miércoles, 29 de abril de 2015

"...claro, como estás a dieta..."


Vengo a escribir este post como respuesta a mucha gente que al verme más delgada, y aunque eso no lo digan, con mucho mejor aspecto, me cuestionan mi logro mediante la muletilla: "claro, como estás a dieta..."

Estar a dieta (régimen) de manera temporal (me da igual que sea una semana, un mes o un año) sirve para perder peso y luego recuperar el triple cuando la dejas. Mi dieta no es temporal. Al final va a ser que estoy a dieta "permanente" y esto al parecer les agobia mucho más. Porque ¿se puede estar sacrificándose siempre? ¿Merece la pena? ¿Es eso normal, o es que estás obsesionada, ortoréxica, vigoréxica, tonta el culo, vamos....?

Me apetece explicarme y de paso si algun@ me lee que aprenda algo.


1. Cambiar tus hábitos nutricionales por otros más saludables y aumentar tu actividad física NO es "estar a dieta". Se trata simplemente de cuidar y seleccionar lo que comes y bebes durante ya toda tu vida. Eliges "salud" como estilo de vida. Nuestro cuerpo no es un basurero. La nutrición y el ejercicio físico pueden ser nuestros mejores aliados. Tú eliges. Puedes ponerte "a dieta" (hacer un régimen) durante un tiempo y podrás perder peso (que recuperas doble al dejarla) además de dinero y salud, o cambiar tus hábitos por otros saludables.

2. Yo no cambié mis hábitos alimenticios para perder peso. Sin embargo, la incorporación de este nuevo modo de comer y moverme, me han hecho perder "grasa" que me sobraba (unos 5 kilos en 10 meses ) y ganar masa muscular que me hace verme y, sobre todo, sentirme mucho más saludable, fuerte y animada. Si tengo más fuerza, menos dolores; estoy más tonificada y me veo mucho mas estilizada, esto no parece ser un "engañabob@s". 

3. Elegir alimentarse bien (saber comer) está al alcance de tod@s, querer hacerlo y hacerlo bien, para eso parece que somos pocos los llamad@s. Pero cuando ves que funciona y no solo por el peso, insisto; cuando compruebas en tu propio cuerpo el milagro, ya nada ni nadie puede convencerte de que "estás a dieta". Nada ni nadie puede quitarte la satisfacción de tener hábitos saludables y de desterrar los malos. Solo sonríes y piensas: qué pena, todavía no ven que cuidarse es la clave (a cualquier edad, pero sobre todo con la pila de años que ya tenemos algun@s). 

4. Sobrepeso (o peor, obesidad), diabetes, tensión alta, hipercolesterolemia, problemas cardíacos, dolores articulares, musculares, lesiones por falta de ejercicio, depresión, estrés, falta de autoestima... Si quieres mejorar en todo esto, no hay "dietas milagro" que funcionen verdaderamente. Por eso yo no estoy a dieta. Hago todo lo posible para que lo que coma no boicotee mi salud. Si tengo que privarme de "algo" que es veneno para mi cuerpo, no me cuesta ningún sacrificio prescindir de él. Lo mismo que no bebo hasta alcoholizarme o no tomo otro tipo de drogas...

5. Y todavía habrá algun@ que me repita: sí, pero tú "estás a dieta" porque no comes "fritos"(patatas fritas) , grasas saturadas (tocino), hidratos de alto índice glucémico (pan blanco), azúcar, alcohol (tipo cubata)... Vale, hagamos un trato. Voy a confirmarte que "mi dieta" (mi forma de alimentarme) excluye esos productos a diario. Pero también confieso que al menos una o dos veces en semana hago mi "cheatmeal" en el que me salto alguna prohibición, cosa que me libera de no poder comerlo NUNCA. Es mucho más sensato comer cosas poco saludables alguna vez, que no a diario.

6. Esta es mi filosofía, mi estilo de vida saludable. A mí me está funcionando. No cuestiones lo que tú no has querido, sabido o podido llevar a cabo. No luches contra lo que es incuestionable y además puedes comprobar con tus propios ojos. La voluntad, el esfuerzo, el autocontrol, la motivación, la coherencia y sobre todo la libertad de elegir me hacen no dar un paso atrás en lo que considero vital (ese es el adjetivo apropiado: me va la vida, mi vida, en ello) y sobre todo, me hace feliz. 










miércoles, 8 de abril de 2015



¿Sabes? ¡Soy tan feliz con la vida que llevo contigo!

Eso me dices con la cara iluminada, cogiendo tus cosas para irte al trabajo. Estás ya arreglada, guapísima, de pie, con las llaves del coche en una mano y en la otra tu bolso. Me lo dices sin venir a cuento. Hace un rato hemos llegado del gimnasio y tú te has apresurado para prepararte y marchar a trabajar. Yo me he quedado mientras tanto en la planta de abajo, en el salón, sentada con los perrillos, tomando un café, relajada y distraída haciendo tiempo para ir a darme una ducha. 

Cuando te he oído, cuando te he mirado y te he visto, tan llena de luz, no me ha sido posible detener el sobrecogimiento, la ola de besos que me ha inundado y que me llegaba a través de tus ojos, tan fijos en los míos. Te he sonreído, incapaz de pronunciar palabra. Podría haberte contestado con un te quiero, que me hubiera insatisfecho, porque es poco decir te quiero cuando quieres de verdad. 

No he podido responder que amarte es lo mejor que me ha pasado en mi vida, y que tú me ames es el milagro que todos los días la vida me regala. No te he dado las gracias por hacer que sea la persona que me gusta ser, por acompañarme en este pozo que es la vida, por tener siempre tu mano  preparada y tirar de mí, y llevarme contigo a donde haga falta con tal de ir las dos...

Me he quedado muda, sin poder articular palabra. Tonta sin remedio. No sé cómo he podido contenerme y no correr hacia ti y comerte a besos. Ya estabas en la puerta, no podías entretenerte para no llegar tarde al trabajo. Sin embargo, has sabido elegir las palabras justas para que todo encaje. Te has ido satisfecha, habiendo dicho lo que querías decir. Y a mí me has dejado flotando con el eco de tus palabras, recordando tus gestos, tu cara, tu pelo, tu voz, la luz de tus ojos cuando me has dicho que eras feliz. 















martes, 17 de marzo de 2015

La suerte de haberte conocido





                                                                                                                                                                         
Hoy hemos estado charlando otra vez sobre el tema de la suerte...



Tú comentabas que habíamos tenido mucha suerte al habernos encontrado como pareja. Yo te he respondido de inmediato que no creía que fuera un "golpe de suerte" el que tú y yo estemos juntas, durante tanto tiempo, amándonos, compartiendo nuestras vidas, ya confundidas la una con la otra. 

Muchas veces se concibe el tener suerte, buena suerte, como algo que te viene de fuera, donde tú no participas en absoluto, no pintas nada. Yo a ese tipo de suerte, en la que uno no actúa, la llamo azar. Ese azar que hace que te toque la lotería (algo bueno, en principio) o que casualmente te caiga una teja en la cabeza y te mate (mala suerte, muy mala). Ese accidente fortuito que te afecta, para bien o para mal, no me gusta llamarlo suerte. Eso es el azar jugando con nuestras vidas.

Me gusta pensar que la suerte, sobre todo la buena suerte, es algo que yo busco y me curro un poco. Tener suerte en la vida es sentir un equilibrio entre lo que has conseguido y lo que inevitablemente has tenido que perder. Vivir es estar continuamente eligiendo: cuando eliges una cosa siempre renuncias a otra. Incluso en el caso de que puedan ser compatibles, nuestros objetivos muchas veces nos obligan a alejarnos de otros. 

Pero la suerte, tal y como yo la considero, implica un sentimiento, una conciencia de ser. Por eso yo prefiero decir que "soy/me siento afortunada" cuando me paro a pensar en mi vida en general, haciendo balance y siendo consciente de mi recorrido vital. Tener fortuna (por supuesto no me refiero a dinero) en algún aspecto personal, siempre va unido a una apreciación particular, individual, que te lleva a afirmar soy o no soy afortunado/a en tal o cual cosa. Cualquiera, intentando verlo de una manera objetiva, te puede decir que eres muy afortunado; pero no es hasta que tú lo puedes ratificar que eso tenga sentido. 

Creo que en muchas ocasiones utilizamos "suerte" muy a la ligera. De ese modo se le suele comentar a alguien que tiene mucha suerte porque disfruta de una pareja estable a la que adora y es correspondido, una profesión y puede vivir de ella, unos hijos educados, una casa, un coche, una familia, unos amigos... Es cierto que en la consecución de todo ello puede que actúe el azar (aunque sea un mínimo): hechos puntuales que inician algo; pero si tú no decides, piensas, ideas, proyectas y/o actúas, nunca se transformarían en el "logro" que te hace "sentir afortunado".

Así que yo no creo en la suerte. Ni buena, ni mala. Creo en la constancia de un deseo; en la paciencia ante lo que tarda en llegar, en la motivación, en el trabajo, en la lucha por ser, por tener, aquello que sabes y sientes que te hará feliz, que te hace encarar la vida, tu vida, como un viaje en el que tú has elegido el itinerario y has llegado sano y salvo a tu destino. Yo quiero "tener qué ver" con lo que pasa en mi vida, ser responsable y asumir mis aciertos y mis errores.

Ahora, mi amor, te digo que somos afortunadas, porque tenemos una vida bonita con nuestros perrillos... Una vida a dos que nos equilibra, que nos compensa por todo lo que hemos ido dejando en el camino, por todo lo que la adversidad ha podido arrebatarnos. Sentirse afortunado es "estar ok" con la vida, a pesar de los pesares.


Y vosotros, ¿os sentís afortunados? ¿Creéis que puede depender de vosotros (nada, algo, poco, mucho o todo) tener suerte en la vida? 





domingo, 1 de marzo de 2015

¿Te gustan los perros?





Desconfío de las personas a las que no les gustan los perros.
No quiero decir que tengan que ser amantes de ellos. No es eso. 
La cantidad de pasión que se ponga en ese gusto no me importa. 

Son aquellos que solo dicen "a mí no me gustan los perros", como quien afirma que no le gusta el queso, o los días de lluvía, los que me hacen mirarlos con recelo. Y es curioso, porque mi manía de no fiarme es al escucharlos decir eso. Es inmediato. Si lo piensan y no lo dicen..., pase; si no necesitan verbalizarlo puede que en el fondo esperen algún día conocer a su perro ideal. 

Esa gente que necesita decirlo mirándote a los ojos y sabiendo que tú los adoras. De esa, es de la que más desconfío, porque sé que cuando expresan su opinión están haciendo ostentación de su carencia. Y, perdonad que os diga, no hay nada más patético que eso. Podréis alegar, y con razón, que porque a alguien le gusten los perros no siempre es garantía de buena gente. Cierto y real. Por eso, lógicamente, no confío ciegamente en una persona a la que le gustan los perros: puede que le gusten y ser un impresentable total. 

Lo que me pasa y no puedo evitar, cuando oigo a alguien decir con pavoneo que no le gustan los perros, es sentir esa afirmación como un puñetazo en el estómago, es estar segura de que lo que en realidad se esconde detrás de eso es un desprecio mayor. Así que, y hasta ahora no me he equivocado, cuidado con los que no les gustan los perros: pueden morder.